Vivimos unos momentos en los que mediáticamente está muy presente la violencia de género, lamentablemente. Los datos son lo suficientemente dramáticos para que esto sea así. Este es un problema social consecuencia de que aún debemos cambiar como sociedad: la forma de comportarnos, comunicar, educar etc.
En muchas ocasiones cuando sale en los medios una agresión o un asesinato a una mujer, a algunas personas solo se les pasa por la cabeza decir: “¿Y en el hombre no hay?”, esto me recuerda al “Y tú más” de la violencia, demostrando la falta de conciencia sobre la problemática.
Para entender por qué a la “violencia de género” es solo la agresión hacia las mujeres, sería interesante comenzar a definir en primer lugar las palabras. Por un lado, “violencia” que la podríamos definir como un acto intencionado y deliberado que desea provocar daños físico o emocionales mediante la agresión física, verbal, por omisión o control de una persona, grupo o institución. Una vez definida esta primera palabra pasaríamos a “género” que es un conjunto de características que por un lado dividen a la sociedad en dos: hombres y mujeres. Son construcciones culturales que van variando a lo largo del tiempo “lo masculino” y “lo femenino”. Por tanto, el género tiene un componente social, ya que tradicionalmente el hombre y la mujer tenían unos roles y una consideración diferentes. Esto hacía que no se partiera desde una igualdad de oportunidades o de relación. Si debemos felicitarnos en que legalmente se ha llegado a alcanzar esa igualdad entre todos en la actualidad, no podemos decir igual desde un punto de vista social o educativo. En el día de hoy las mujeres continúan, en su gran mayoría, siendo las criadoras, cuidadoras, que tienen sueldos más bajos y les cuesta ascender a puestos altos de trabajo en empresa. Todo esto que sucede no es casual, es el resultado de una dinámica que ha continuado manteniéndose. Además hay unas características comportamentales y educativas diferentes, creando unos hombres con poco acceso a lo emocional y lo empático, y unas mujeres dirigidas hacia una pasividad e inseguridad.
En definitiva, el género como referencia a esa desigualdad tradicional que aún se mantiene, donde la punta del iceberg es ese asesinato que sale en los medios. El resto de violencia tienen otros nombres como el bullying o acoso escolar en instituciones educativas, el mubbingo acoso laboral en el trabajo o violencia doméstica en el hogar, haciendo referencia a actos de maltrato de hijos a padres o a abuelos o a la inversa, mujeres a hombres o en parejas homosexuales. Por tanto, no la violencia de género no es sinónimo de violencia dentro de una pareja, sino de violencia machista, este sería el sinónimo más adecuado.
Jorge Pérez Ferrer
Psicólogo, sexólogo y terapeuta de pareja