Un viajante se detuvo en una aldea que tenía dos grandes mansiones. Primero se acercó a la casa que estaba al lado del camino y desde fuera se oían gemidos, lamentos y palabras de desespero. Al entrar se encontró un largo pasillo y una puerta al final del mismo. Impulsado por la curiosidad, avanzo y entreabrió la puerta. En el centro de la habitación una inmensa mesa contenía todo tipo de alimentos de primerísima calidad. Alrededor de la mesa se encontraban varias decenas de personas cuyo aspecto era muy particular. Como el protagonista de “Eduardo Manostijeras”, sus brazos no terminaban en manos, sino en unas larguísimas cucharas, tan largas que no las podían acercar a la boca. La visión era dantesca. Esos seres cogían y cogían alimentos, pero ¡no podían acercaros a sus bocas! Se desesperaban, gemían y el hambre se reflejaba en sus ojos y en sus cuerpos esqueléticos.
El viajante se dirigió hacia la salida profundamente impresionado por la visión y pensó: “tener tanto alrededor y no poder disfrutar es realmente penoso”. Al salir se dirigió a la otra mansión. No se oían gemido, ni lamentos. Al entrar vio que la casa era idéntica a la vecina y, movido de nuevo por la curiosidad, se dirigió a la habitación del fondo. Al entreabrir la puerta encontró la misma mesa llena de manjares y seres idénticos a los de la otra mansión. Unas largas cucharas constituían las extremidades. Pero no gemían, no lloraban, no se lamentaba…
Solo su conducta les hacia diferentes a sus vecinos. Unos a otros ¡se alimentaban!, no podían llevarse el alimento a sí mismos, no podían autoalimentarse con esas largas extremidades, pero si podían coger la comida y dársela a su pareja. El viajante se fue sorprendido y pensó “la felicidad puede depender de lo que tenemos, pero de lo que depende seguro es de la actitud que adoptemos de lo que tenemos. Los primeros se empeñaron en comer y no lo consiguieron; los segundos se preocuparon de que todos comieran, y el trabajo en equipo lo consiguió”
En nuestra vida podemos tener muchos obstáculos, pero cuando se “trabaja” en equipo y en pareja, la actitud y las expectativas juegan un factor muy Importante. Si nos centramos en lo que deseo conseguir más que en la suma de los objetivos, podrán dificultarse la obtención de las metas. Como en este cuento, el apoyo de los unos a los otros puede ser indispensable para una buena resolución de un conflicto o a la hora de superar un obstáculo. Recordemos que la suma de las individualidades NO es el conjunto. Por tanto, la información, expectativas, funciones y colaboración entre todos es vital para un equipo y para la vida en pareja.
Jorge Pérez
Psicólogo, sexólogo y terapeuta de pareja