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¿EL ALCOHOLISMO ES UNA ENFERMEDAD QUE SE PUEDE CURAR?

Como ya se sabe, el alcohol es una droga socialmente aceptada. Las personas beben en celebraciones, fiestas señaladas, fines de semana, cenas con familiares y amigos, para celebrar algo bueno, para celebrar algo malo, etc. Lo que parece que no se tiene muy claro es que es una de las drogas más perjudiciales para el organismo y la psique y causa una de las adicciones más duras y problemas graves en todos los ámbitos, tanto para la persona que padece la enfermedad como para las personas de su entorno más íntimo.

Es difícil para una persona aceptar que es adicta al alcohol y que progresivamente va bebiendo más y más, debido a lo que supone socialmente la etiqueta de “alcohólico”.


Se tiene la imagen mental del alcohólico excluido socialmente, de la persona con causas físicas y psicológicas ya evidentes de un consumo excesivo, pero se puede detectar cuando una persona aparentemente “normal” tiene problemas con la bebida:


  • No sabe disfrutar una situación si no hay alcohol de por medio.

  • Ingiere alcohol diariamente y casi siempre compulsivamente.

  • Empieza a beber sola y a escondidas de los demás.

  • Esconde alcohol en casa.

  • Se irrita cuando las personas de su entorno critican su forma de beber.

  • Cuando no bebe se siente ansiosa y depresiva.

  • No sabe enfrentarse a situaciones sociales importantes ni a gestionar sus emociones si no está alcoholizada.

  • Empieza a tener conductas extrañas, pérdidas de memoria y cambios de humor repentinos.

  • Se deterioran relaciones afectivas importantes.


Hay que tener en cuenta que la persona alcohólica no es “débil de mente”, ni se deja llevar por sus impulsos, ni es una persona “viciosa”, como se ha considerado siempre, sino que tiene una enfermedad como cualquier otra, que funciona de manera progresiva y que daña todos los ámbitos de su vida hasta reducirla a un estado de malestar general bastante importante.


La persona alcohólica tiene un sentimiento de culpabilidad enorme y desarrolla una gran tristeza, sentimiento de pérdida y rechazo y ansiedad. Se deben tener en cuenta ciertas pautas a la hora de intentar ayudar a una persona alcohólica:


  • No trates al alcohólico como a un niño.

  • No lo vigiles compulsivamente para saber cuanto bebe.

  • No busques las bebidas escondidas, el alcohólico sabrá apañárselas para comprar más y evitar que sean encontradas.

  • No sermones al alcohólico sobre la bebida y no discutas con el cuando esté alcoholizado.

  • No reproches, no regañes.


Todo lo anterior solo empeoraría la situación y reforzaría los sentimientos negativos que el alcohólico tiene hacia sí mismo.

Cuando el alcohólico con ayuda y apoyo de sus más allegados y una ayuda profesional reconoce que tiene un problema es cuando llega su etapa más difícil (como en cualquier otra recuperación de una enfermedad). La persona debe aprender a convivir en una sociedad literalmente invadida por el consumo de alcohol y es muy probable que antes de una recuperación completa sienta el deseo de beber de nuevo compulsivamente y recaiga varias veces.


Además del apoyo de familiares y amigos, el alcohólico debe someterse a un tratamiento psicológico de deshabituación del consumo de alcohol, aprendiendo actividades alternativas al consumo, habilidades sociales, gestionar sus emociones sin ayuda de ningún tipo de consumo y aprendiendo también a controlar su ansiedad y a trabajar su autoestima y su autoimagen.


Como ya se ha comentado anteriormente, el alcoholismo es una enfermedad muy dura, que requiere tratamiento, apoyo y comprensión. Poco a poco desde la educación debería eliminarse la estigmatización sufrida desde siempre por este tipo de enfermos, personas que están sufriendo mucho y que necesitan ayuda, no ser apartados de la sociedad para que puedan abrazarse a solas con su botella.




Eva Alfonso

Psicóloga especialista en Criminología y Victimología


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