Hasta hace unos años yo padecía síntomas de una enfermedad degenerativa, grave y contagiosa llamada Xenofobia, el primer indicio apareció cuando un día me vi diciendo "yo no soy racista, pero...". Parece ser que la contraje debido a un brote de ignorancia, miedo a lo desconocido e incredulidad al creerme todo lo que decían por la televisión o lo que escuchaba de cualquier amigo o familiar. Recuerdo que mi cerebro egocéntrico apenas se molestaba en tomar antídotos preventivos como el llamado "mirar más allá" y el "contrastar la información". Me di cuenta de que esta enfermedad me estaba limitando tanto mental como físicamente. Uno de los síntomas más fuertes que recuerdo de esta dolencia es el egocentrismo, pues todo lo que no era como lo que yo pensaba y lo que mi cultura dice que tienen que ser las cosas era malo, odioso y peor. Así que me puse en tratamiento social de manera urgente.
Los remedios naturales que me recomendaron fueron: leer libros, contrastar toda la información que me llegaba sobre el mundo y plantearme la gran pregunta que hace que entiendas las causas y la magnitud de muchos problemas sociales de hoy en día "¿Por qué sucede esto?" y sobre todo, me recomendaron viajar todo lo que pudiera a países de culturas diferentes a la mía. Así que tomé nota, me armé de valor dentro de mi escepticismo cultural y visité países como Túnez, Turquía y Marruecos, los tres países islámicos. A Túnez fui con miedo, una adolescente de apenas 17 años y toda una amalgama de pensamientos que reforzaban mi pánico infundado por la gran frase tan típica de abuelas protectoras "Uuhh nena ¿allí te vas a ir que ponen bombas?" pero le gana la de "Uuhh nena no vayas que esa gente está muy loca" (como si en España estuviéramos todos muy cuerdos o no hubiéramos tenido problemas con otro grupo terrorista interno que también ponía bombas).
En Turquía y Marruecos conocí a personas encantadoras a las que he avasallado a miles de preguntas que llevaba años haciéndome en mi cabeza y con los que a día de hoy sigo intercambiando todo tipo de opiniones. Me han enseñado su estilo de vida y contado sus pensamientos e ideas sobre el mundo y ¿sabéis qué os digo? ¡Estoy curada! He aprendido a entender, aunque yo no fuera capaz de vivir como ellos.
Nos olvidamos de que algunos de estos países están recorriendo un camino por el que nosotros ya hemos pasado, igual que dos coches tienen que llegar a un mismo punto pero cada uno va a su ritmo y velocidad. Estar dos semanas en Marruecos fue como viajar a la España de los años 40, distinta religión, si, pero en esencia mismo estilo de vida y en muchos aspectos de esta, mismos principios morales que nosotros por aquel entonces. Creo que hay países que evolucionan un poco más con cada nueva generación que descubre un mundo globalizado cultural y socialmente hablando y esto me hace tener esperanza.
A día de hoy solo puedo decir que estoy totalmente recuperada de esta enfermedad, a pesar de que siempre quedan algunas secuelas irreversibles, ya que no he podido curar del todo mi egocentrismo debido a que, al igual que tú, vivo condicionada por mi cultura inmersa en ella y de la cual estoy orgullosa y me siento afortunada de pertenecer. Pero si que he conseguido cambiar la palabra malo por oportunidad, la palabra odioso por tolerancia, la palabra peor por diferente y además he añadido unas cuantas nuevas a mi vocabulario: diversidad y riqueza cultural.
Ahora cuando me llega una noticia o leo comentarios xenófobos en las redes sociales sin fundamento o pruebas evidentes, trato de buscar información que la verifique o la falsee y que ponga solución a mi duda, curiosidad que por lo que veo escasea en abundancia dadas las barbaridades xenófobas y enaltecedoras del odio que, a veces, leo por las redes sociales. Quiero pensar que son fruto del calentón de un momento y de la ceguera emocional e intelectual que producen ciertos acontecimientos traumáticos y no de la ignorancia. Parece que la distancia física y el sentimiento de pertenencia a un mismo territorio influyen en nuestra percepción de sucesos, como muy bien comenta el psicólogo valenciano Álvaro Saval"Creo que es bueno recordar en tiempos de incertidumbre que sentir miedo no es malo. Asumimos que no somos omnipotentes, nos recuerdan que somos mortales y que no entendemos algunas de las cosas que pasan a nuestro alrededor. Cuando el horror está lejos no nos sentimos vulnerables, podemos sentir pena pero no tenemos miedo de que nos pueda pasar. Tenerlo cerca lo cambia todo. El miedo, eso sí, debe ser superado y evitar sus dos reversos tenebrosos. La renuncia a vivir y el odio a la diferencia."
Me gustaría mostrar un ejemplo de cómo aplicar el antídoto de cura de esta enfermedad social:
DIAGNÓSTICO: Xenofobia.
SÍNTOMAS: ignorancia, falta de curiosidad, intolerancia, miedo, odio, agresividad, etc.
COMENTARIO LEÍDO EN REDES SOCIALES: 'Los moros no hacen más que hacer mezquitas en nuestro país y luego en sus países no nos dejan construir iglesias católicas'.
APLICACIÓN DEL ANTÍDOTO: planteamiento de preguntas: ¿es esto cierto?, ¿en ningún país árabe hay iglesias católicas?.
ACCIÓN: buscar en internet si en países árabes hay iglesias católicas.
Hoy en día contrastar información está al alcance de todos, pero solo algunos lo hacen. Mucha gente habrá leído o escuchado ese comentario y automáticamente le habrá dado a esa persona la condición de experto sin comprobarlo y, en consecuencia, seguirá corriendo el falso comentario de boca en boca hasta que a alguna persona curiosa, inteligente y espabilada se le ocurra investigar.
Lo que pretendo con este artículo es alentar a la curiosidad y a la investigación y a no creer de primeras todo lo que se ve o se escucha. Afortunadamente el acceso a internet ha abierto muchas mentes, una de ellas la mía y a día de hoy he llegado a una conclusión muy rotunda y es que 'solo sé que no sé nada', es decir, cuanto más sabes más te das cuenta de lo poco que sabes, no tengo la verdad absoluta de nada y no soy experta en nada, por eso cuando quiero argumentar mi opinión he aprendido a hacerlo basándome en pruebas con las que poder hacerlo (estudios e investigaciones estadísticas y/o científicas, hablar con expertos de primera mano y/o vivir experiencias propias) pero no desde la sabiduría ingenua del "me han dicho", "una vez escuché", "es lo que dicen por ahí" y la soberbia del inexperto sabelotodo conocedor de la verdad absoluta que paradójica y tristemente son los más atrevidos a dejar sus perlas en redes sociales, perlas que a punto han estado de provocarme convulsiones más de una vez.
En definitiva, aplicar los antídotos de prevención comentados puede ayudar a curar esta enfermedad social degenerativa que separa a los seres humanos. Lo importante es estar unidos vengas de donde vengas y juntos luchar contra lo que realmente es malo para todos: el fanatismo, porque todo extremismo lleva a la violencia.
Espero que a partir de ahora te lo cuestiones todo, incluyendo este artículo.
Elena Giménez
Especialista en Orientación Educativa