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LOS MENSAJES TÚ Y LOS MENSAJES YO

La falta de autocontrol y el desconocimiento sobre cómo decir lo que sentimos muchas veces lleva a comunicar nuestro malestar de forma errónea. Esto hace que en vez de dirigirnos a solucionar el conflicto este aumente formando un bucle del que puede ser costoso salir, terminando con reproches y diciendo palabras de las que después nos podemos arrepentir. Esta manera de comunicarse puede agotar las energías de los involucrados y lejos de solucionar el problema provoca que el vínculo que les une se resienta y la relación, del tipo que sea, pueda terminar a pesar del aprecio que previamente hubiera existido.


Estamos hablando de los “mensajes tú”, se trata de mensajes que el receptor suele interpretar como un ataque y transmiten desaprobación y crítica, lo que hace que la persona a la que se le dice se ponga a la defensiva y oponga resistencia al sentirse atacado. Se utilizan mensajes que la persona que escucha interpreta como sarcásticos con tono humillante, por lo que este tipo de comunicación suele hacer sentir culpable, humillado, infravalorado y poco aceptado. Ejemplo de “mensajes tú” podrían ser: “tienes mala memoria”, “es que no te acuerdas de nada, siempre igual”,“me das vergüenza”, “anda, pero si tú sabes poner la lavadora”,“no sabes dejar la bolsa en su sitio", "es que eres un desastre”, etc. Este tipo de comunicación suele agravar sus efectos cuando incluyes en ellos referentes temporales y extremistas como “siempre” o “nunca” y además del "tú" le añades el "eres" del verbo ser. Utilizar este tipo de comunicación es variable indicativa de que se produzca una discusión, por decirlo de otra manera, las probabilidades de que haya polémica por algún motivo son directamente proporcional a la cantidad de veces que se utilicen los “mensajes tú” sobre alguien.


Cuando sucede algo que nos pone nerviosos la ceguera emocional y el dolor que nos provoca puede alterar tanto que cuesta ver tras ella la importancia de transmitir lo que se quiere decir de una manera más objetiva, sin hacer que la otra persona se sienta atacada y sin suponer ni juzgar hasta haber escuchado primero la versión sobre por qué ha actuado de esa forma que no esperábamos y nos ha dolido, para después decirle cómo nos hemos sentido nosotros con ese comportamiento y lo que pensamos y sentimos, muy importante, siempre aludiendo al comportamiento, a los hechos, nunca a la persona ni a su forma de ser y finalmente ver si se puede solucionar o no, dependiendo del problema y de la personalidad e interés de los afectados.


¿Cómo es mejor comunicarse? La respuesta es fácil, con los “mensajes yo” porque no atacan ni suponen, sino que se centran en los pensamientos o sentimientos de la persona que habla. Son mensajes en los que se expresa cómo nos ha hecho sentir el comportamiento de la otra persona. Hablando desde el “yo” hay menos posibilidades de provocar resistencia en quien nos escucha, son mensajes sinceros con mayor capacidad de influencia y ayudan a que la otra persona pueda entender nuestros sentimientos facilitando así la búsqueda de una solución conjunta al conflicto.Ejemplos de “mensajes yo” podrían ser: “no me gusta jugar cuando tengo cosas que hacer en casa”, “me preocupa que la cena no esté lista a tiempo”, “no me gusta ver cosas tiradas por el suelo”, “me he sentido mal porque no me has avisado”, “me pongo triste cuando te oigo decir eso”, "Me duele sentirte indiferente conmigo", "quizás no era tu intención pero me siento decepcionada con la actitud que muestras conmigo".


En definitiva, que los “mensajes yo” salgan automáticamente es difícil, ya que de pequeños nadie o quizás muy pocos, hemos sido instruidos en habilidades de comunicación y mucho menos en inteligencia emocional. Por suerte esto es algo que hoy en día está cambiando poco a poco, introduciéndose recientemente en el sistema educativo.


He aquí una serie de aspectos a tener en cuenta a la hora de comunicarse con alguien:



Mirarle a los ojos.

Dejarle terminar de hablar.

Mostrar gestos de interés.

Animarle a seguir hablando.

Pedirle aclaración antes de sacar conclusiones.

Mostrar que entiendes las palabras y sus sentimientos.

Ser positivo.

Ser claro y específico.

Comunicar tus sentimientos con “mensajes yo”.

Ponerse en el lugar del otro.

Centrarse en solucionar el problema de cara al futuro.

Elena Giménez

Especialista en Orientación Educativa


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